EL CHILE DE ALLENDE Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO 21

Résumé

Hasta la elección de Salvador Allende en 1970 y la experiencia de la Unidad Popular en Chile, la estrategia política dominante de transformación revolucionaria en América Latina era el modelo cubano, es decir, la toma del poder por medio del asalto armado seguido del desmantelamiento del estado burgués y así proceder a la construcción del socialismo. El brutal golpe de estado que derrocó su gobierno y asesinó a Allende en 1973 pareció confirmar que la ‘vía pacífica al socialismo’, es decir, a través del voto, conducía al fracaso y la derrota, legitimando la vía cubana. La revolución Sandinista de julio de 1979 de manera lapidaria también pareció confirmar que el único camino para la transformación revolucionaria socialista era la cubana… hasta 1990, cuando el Sandinismo fue derrotado en las urnas, luego de una guerra de desgaste de casi diez años de duración. Por ello, el paradigma cubano, ratificado por estas dos derrotas, la primera histórica y la segunda, que se percibía como definitiva, fue, repentinamente ‘destronado’ de su primacía aparentemente inexpugnable, por el fenómeno bolivariano liderado por Hugo Chávez en Venezuela en 1998. La cuestión clave que estos procesos políticos tienen en común es la necesidad imperiosa del desarrollo de un estado que no solo permita la construcción de una economía socialista – proceso complejo y lento determinado por el carácter subdesarrollado de las economías latinoamericanas – sino uno en el cual se ejerza el monopolio legítimo de la violencia en el territorio nacional, no solo para hacer cumplir las decisiones en favor de la mayoría del pueblo, sino que defenderlas tanto de los inevitables ataques de las clases dominantes, otrora en el poder, como defender la soberanía nacional de los también inevitables ataques del imperialismo, especialmente de Estados Unidos. No cabe duda que la ‘pacifica, pero no desarmada’ (en la acertada frase de Hugo Chávez) revolución bolivariana ha estructuralmente transformado la naturaleza de clase del estado venezolano, por medio de elecciones, sin tener que recurrir al modelo insurreccional cubano. En otras palabras, para combatir exitosamente el capitalismo neoliberal, la cuestión a resolver es en el interés de qué clase social el estado ejerce el monopolio legítimo del poder en el territorio de una nación.